HÁZTE UN SELFIE

Desde que nació nuestro hijo las cosas han dado un giro radical ¡Ahora él es el único protagonista de todas las fotos! Ni que decir tiene que ahora todo el interés de mi novia respecto la cámara es retratar sus primeros pasos, las gracietas a la hora de la comida o un primer plano de su carita de ángel a la hora de la siesta. No lo pongo en duda, las fotos de nuestro hijo resultan entrañables y tiernas, pero… ¿Quién va a hacer fotos a papá cuando navega?
Con un nuevo patrocinador de velas y un montón de protos para la siguiente temporada esperando a entrar en acción me vi en la necesidad de “tentar a la suerte” para conseguir unas fotos “dignas” para los sitios web y revistas especializadas. Afrontando mis miedos más arraigados me lancé al ruedo y le sugerí a mi mujer si vería con buenos ojos hacer un viaje “familiar” a una playa paradisíaca y ventosa (en este mismo orden). Como bien habréis supuesto la respuesta fue rotunda y contundente, no hay necesidad de transcribirla. En vista del éxito empecé a rebanarme los sesos para encontrar un sistema que me permitiera conseguir las imágenes deseadas sin necesidad de contratar a un fotógrafo. Como bien habréis supuesto (… de nuevo) los ingresos extra que entran en casa van destinados a las necesidades y futura educación del niño.

Rienda suelta a la creatividad
Buscando entre los cajones de casa di con algunas piezas de plástico para fabricar un soporte que me permitiera sujetar la cámara en el top del mástil, a una distancia suficiente para encuadrar todo el conjunto. Programé la cámara para disparar en el modo de máxima resolución en intervalos de 0´5seg, suficiente para conseguir la imagen apropiada en el momento justo. Como un niño con un juguete nuevo entré en el agua con la 4.2m y sin pensarlo dos veces empecé la sesión de fotos lanzando un backloop. Repetí el mismo salto varias veces para curarme en salud; cuando sacas fotos desde el agua siempre corres el riesgo de que una pequeña gota eche a perder una gran fotografía. La luz y el paisaje eran tan increíbles que decidí repetir, esta vez lanzando unos Pushloops. Para terminar la sesión rizando el rizo decidí poner la cámara en modo video, pero al mirar hacia el top del mástil se me hizo un nudo en el estómago ¿Dónde diablos estaba la cámara? Todo lo que encontré fue un pedazo de plástico ¡Maldita sea! El lamentarse por no haber utilizado un cabo de seguridad sirvió de poco consuelo, la cámara y la tarjeta de memoria de 32GB debían estar retratando la apasionante vida de los pulpos y cangrejos en el fondo marino. 


Al mal tiempo buena cara
Decidí no perder los nervios y empezar de nuevo con todo el proceso. La mañana siguiente propuse a mi mujer ir de visita a la ciudad. Ella no acababa de entender que quisiera ir a la ciudad un día de viento perfecto para navegar. Todo lo que se me ocurrió decir fue: “Lo importante no es navegar, es que pasemos un día diferente en familia”. Casualidades de la vida no tardamos en pasar por delante de una tienda de surf donde “casualmente” vendían la cámara que estaba buscando. De vuelta en casa volví a rebuscar entre los cajones y armarios para dar con las piezas necesarias para instalar la cámara en el equipo de windsurf. Un trozo de mástil llamó mi atención, tenía las dimensiones perfectas para instalar la cámara a una distancia desde la que pudiera abarcar todo el equipo. Una luz se encendió en mi cabeza ¡Colocaría la cámara en el extremo del trozo de mástil atada con cinta americana en la botavara! Tras realizar las pruebas y ajustes necesarios estaba en disposición de entrar en el agua para poner a prueba el nuevo invento. Los primeros bordos se convirtieron en toda una odisea, navegar con el mástil colgando de un extremo de la botavara me dificultó mucho desenvolverme con naturalidad en el agua. Las trasluchadas se volvieron realmente peligrosas, con un alto porcentaje de posibilidades de llevarme un buen golpe de mástil en la cabeza. La cinta resultó ser insuficiente para mantener el invento en su lugar, sobre todo en las recepciones de los saltos. Volví a la orilla para realizar los ajustes necesarios: un trozo de cabo para dar más consistencia al soporte y 10 respiraciones profundas para recuperarme del estrés. Está vez, por si las moscas, fijé a la cámara una pieza de espuma naranja fosforito ¡Pulpos y cangrejos tendrían que buscarse la vida para conseguir nuevos retratos! Cuando llegué a casa me puse manos a la obra, descargué las imágenes en el ordenador y abrí el Photoshop.

Poco presupuesto, mucha imaginación
Las imágenes que os presento son un ejemplo de las posibilidades que existen cuando uno quiere retratarse a sí mismo. Recuerdo unas fotos geniales de Lars Petersen navegando en Klitmøller con una extensión fijada al arnés. Cuando te encuentras con una de estas fotos no puedes dejar de preguntarte ¿Dónde carajo estaba el fotógrafo situado en el momento de la captura? Por experiencia, equipo y medios, está claro que conseguir una imagen con la misma calidad que un profesional no resulta fácil. Aún así, con un poco de creatividad y un equipo con un mínimo de cara y ojos, cualquier aficionado al windsurf puede obtener un buen puñado de imágenes si realmente se lo propone.
Pd.: ¡No te olvides de asegurar tu cámara!

Algunos consejos:


- Cuanto más lejos esté la cámara del sujeto y equipo mejores serán los resultados. Si tienes intención de fijar la cámara en el top del mástil intenta inventar algo para que no repetir la típica imagen que puede verse por todos lados.
- Repite la maniobra que quieras fotografiar bastantes veces, la posibilidad de que aparezca alguna gota de agua en la mejor toma es muy alta ¡Ley de Murphy!
- Para obtener los mejores resultados programa la cámara con el intervalo de disparo más corto y con la mayor resolución posible.
- Presta atención a la cuerda/dispositivo de seguridad para no perder la cámara. Comprueba que no va a aparecer inesperadamente en la mitad de las tomas.
- Antes de entrar en el agua verifica que todo está correcto, no hay nada peor que descargar las imágenes y ver que media cabeza a quedado fuera del encuadre.